jueves, 7 de julio de 2016

Atraer con el corazón

Ese hueco que se abre de tanto romperse. Que cada vez que lloramos por alegría o por tristeza siente alivio. Que se siente como un vacío, que llenamos con amor. Que cuando no aprendemos a llenarlo se llena de lo que otros ponen y a veces si no ponemos el límite eso que nos dan nos daña.
¿De qué se trata dejarnos llevar por este músculo que tenemos en el pecho? ¿Cómo lo activamos cuando vivimos en un mundo que nos pide sobreexigirle a nuestra cabeza? ¿Cómo desaprender para aprender a ver con otros ojos, con los ojos del corazón?

Sintiendo.
Empatizando.
Confiando.

Aunque no hay un sólo camino, sino que los caminos son tan diversos como los que los transitan. El afuera es mi espejo. Si confío en mí, puedo confiar en el otro. Si reconozco mi luz y mi oscuridad, puedo reconocerla en el otro.

Hemos dejado morir al corazón. La excesiva racionalidad de este mundo ha muerto a las emociones, nos ha aislado, nos ha vuelto enemigos. Las barreras mentales no nos permiten ver las similitudes y sólo vemos las diferencias, que claro, también son mentales.
Entonces el límite, la distancia, es lo que nos permite vernos a nosotros mismos con claridad. Ver con el corazón es entender lo que nos hace almas gemelas. Es lo que nos hace volver a la unidad.
Todos y cada uno de nosotros tenemos procesos diferentes y no existe la formula que se adapte a cada uno en concreto, si existe el camino que se hace andando, con confianza, reconociendo el poder que nosotros mismos tenemos para elegir conscientemente la realidad que queremos crear, sea de separación o de unión. Sí existe la responsabilidad que tenemos sobre cada una de nuestras acciones y decisiones, que podemos perdonar, entendiendo que en ese lugar emocional que estuvimos o estamos, es lo mejor que pudimos o podemos hacer. Este aquí y ahora lo creé yo mismo, y es mi responsabilidad y a partir de aquí también puedo decidir como mejorarlo, qué es lo pequeño que puedo hacer hoy para llevarme a un lugar más feliz, para abrir más mi corazón, porque mi sufrimiento también es el del otro y si mi actitud cambia, también cambia la actitud en el otro.
Muchas veces esto no ocurre. Nos hacemos conscientes, nos abrimos, cambiamos nuestra actitud y esa actitud no es correspondida. Desde la confianza en el universo podemos comprender que los tiempos de cada uno son diferentes, pero desde uno mismo ¿como hacemos para no cerrar nuestro corazón? ¿cómo superamos la expectativa que tenemos puesta en el otro? Reconocer lo que nos gusta, lo que no nos gusta, lo que toleramos, lo que no toleramos, aceptarnos y continuar el camino confiando que todo es lo que tiene que ser.  Permitir que el proceso continúe y agradecer lo aprendido. Y entonces es cuando el corazón a fuerza de romperse se abre. Y la confianza permite que esa apertura deje que cosas maravillosas entren a tu vida, porque te amas, te aceptas, te reconoces imperfecta, y sabes lo que quieres. Nada en el afuera te interpela cuando conectas con el corazón. Es un adentro constante que te dicta cuál es el camino.
Así lo siento yo, y expresarlo me ayuda a entenderme, a saberme parte de este todo que compartimos y que estamos eligiendo cambiar. Todos hacemos esto juntos, nadie es ajeno a los procesos que estamos transitando. Trasmutar los patrones egoístas y violentos de los cuales somos herederos, es una labor de todos. Nadie está a salvo de ellos, nadie puede decir que en su vida todo es paz y amor, no estaríamos aquí. Nadie puede enseñar a amar a un otro, mucho menos si no se ama a sí mismo.

Cambiar el paradigma es volver a casa, a todos nuestros corazones que unidos son lo mismo. Al amor que nunca divide ni separa ni hace diferencias.
De la cabeza al corazón, nos deseo buen viaje para todos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario