domingo, 3 de julio de 2016

Convivencia


Ningún hombre es una isla. Como partes indivisas de un todo, es imposible separarnos del resto. Reconociendo nuestras vulnerabilidades, necesitamos la comunidad, la familia, para sentirnos protegidos, o para proteger, para nutrirnos y ayudarnos. El niño para crecer saludablemente necesita entorno. El individualismo nos ha hecho creer en la mentira de que "podemos todo solos"... y claro que tal vez se pueda, pero es terriblemente aburrido y triste. Nos separa, nos hace tener miedo al otro porque el otro puede lastimarme, porque las cosas se ganan por y para uno mismo, porque no reconocemos que lo que alimenta a uno alimenta a todo el entorno. Porque la esencia de la vida es compartir. La abundancia se comparte, entonces lo que crece es la abundancia. No estamos acostumbrados a regalar amor, sabiendo que somos una fuente inagotable. Creemos que eso también se acaba. El amor que damos siempre vuelve, a veces en otras circunstancias, o en otros seres. El amor vuelve en amor. El amor no puede comprarse, es un flujo que uno decide a quién se lo da, porque cuando no sentimos la correspondencia adecuada, cuando sentimos que ese otro es incapaz de apreciar nuestro afecto, nos decepcionamos ante intentos de abrir su corazón, y elegimos. A veces insistir es desgastante, y el proceso del otro es diferente... a veces intentamos que el otro cambie su punto de vista, cuando el punto de vista que hay que cambiar es el propio. Abrazar esas diferencias es reconocer que tal vez los caminos sean diferentes pero se puede seguir amando desde otro lugar.  Aceptar lo que quiero y lo que no quiero, lo que me gusta y lo que no me gusta. Hasta cuando elegimos limitar el amor que damos, estamos amando, porque hay límites que nos hacen bien a nosotros mismos, cuando hemos dejado que los trasgredan durante mucho tiempo. El límite dice: necesito cuidar de mí. Y eso también es amor. Si cada uno cuida de sí mismo, nos cuidamos entre todos, porque el equilibrio empieza adentro.


Libra - 1 decanato - Libra

El primer decanato de Libra es equilibrio, es belleza, es armonía, es compartir la vida con otros. Saber que contamos con el otro, sin miedo al rechazo, porque lo que somos lo aceptamos, y así aceptamos ser diferentes. Es abrinos a la dimensión de confiar en el otro, porque confiamos en nosotros mismos. Confiamos en que la realidad que envisionamos es posible, pero no estamos solos. Somos parte de este gran mandala de la vida.
La carta nos habla de ayuda comunitaria, de participación y beneficio de muchas personas. De equilibrio en las relaciones, en lo que se da y se recibe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario