viernes, 25 de noviembre de 2016

Agua/Alma/Emociones






El 70% de todas nuestras células. La dimensión emocional nos atraviesa y vibracionalmente nos afecta de la misma forma que los movimientos del agua (la lluvia, los maremotos y tsunamis, las inundaciones) afectan a la tierra. El agua limpia, trasmuta, es el polo opuesto al fuego.
Agua es el elemento extremo femenino, relacionado al útero, a la gestación, a los procesos internos (de la tierra y de nuestro cuerpo), el agujero negro que todo lo succiona y lo transforma, el viaje hacia otros estados de consciencia. El deseo, lo que nos ata y desata en sucesivas vidas. El instinto de supervivencia, el inicio de la vida y la muerte como portal hacia otra vida, el amor y el miedo.
Agua como tierra, indispensables vehículos para la experiencia en el plano físico, todo lo absorven de la mente y el espiritu, lo materializan y trasmutan. Utilizamos la consciencia para vibrar lo que queremos atraer, y si confiamos en nosotros mismos y en nuestra vibración, eso simplemente sucede porque las vibraciones similares están destinadas a encontrarse.

Alinear estos cuatro elementos en nosotros, y así estas cuatro dimensiones del ser, nos regala la consciencia, el reconocimiento de que somos cocreadores de nuestra existencia, que cada experiencia es un desafío que nos lleva a otro lugar, que la expansión cuando iniciamos este camino es inevitable, está destinada a ser. Que venimos a dar, y recibir es una consecuencia inevitable de ese dar, que no hay forma de medir, ni lo que se da ni lo que se recibe, que el universo en su maravilloso caos es perfecto.

Aceptar la vida como es, adueñarnos de nuestro poder de crearla y de nuestra propia muerte, la aliada permanente, porque el Ser sólo puede manifestarse en el aquí y ahora en este vehículo de existencia que Es y que no volverá a repetirse.

Multiplicar, soltar y fluir. Y transfromarse. 

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